Por qué mi hijo no habla

Cuando ves que los hijos de tus amigos empezar a decir sus primeras palabras, es lógico que te preocupes si el tuyo aun no lo hace o lo hace con ciertas deficiencias.


Si bien es cierto que todo depende del ritmo propio de cada niño y que estas supuestas demoras no significan necesariamente algún tipo de trastorno, sí es necesario tener en cuenta las causas y conocer sus tipos para saber reconocerlos y actuar a tiempo.
Tipos de Trastorno
  • Retraso específico: se da tanto en la comprensión como en la expresión. Se relacionan con atención dispersa, aislamiento e incluso con el retraso mental, parálisis cerebral, autismo y déficit auditivo.
  • Retraso en comprensión: estos niños suelen comenzar a hablar a los dos años y sus problemas de comprensión se manifiestan a partir de los seis.
  • Trastorno fonético-fonológico: problemas de articulación, como la mala pronunciación de la “r”.
  • Tartamudez o espasmofemia: se da principalmente por razones emocionales, en niños inseguros, temerosos y presionados en casa.
Qué los causa
  • Causas orgánicas: lesiones en el sistema nervioso central o en los órganos utilizados en el habla (lengua, labios, tráquea, músculos de la mandíbula).
  • Causas endocrinas: alteraciones químicas u hormonales que producen tanto excitación como inhibición del lenguaje.
  • Ambientales: principalmente un entorno familiar opresor en casa.
Qué hacer como padres de familia
  • Dale oportunidad y tiempo para la respuesta a tu hijo, nunca adivines ni anticipes lo que va a decir.
  • Emplea una pronunciación clara y palabras concretas, para proporcionarle modelos de lenguaje correctos.
  • Aliéntalo en sus logros y progresos, por mínimos que estos sean, tratando de que él sólo organice y exprese sus ideas, potenciando su vocabulario y gramática.
  • Nunca dejes de acudir al médico especialista ante cualquier señal. Así se podrá definir la terapia que corresponda seguir, de ser necesario. 

    Muchos niños padecen trastornos del lenguaje que les impide desenvolverse con soltura.

    La mayoría de veces, cuando el habla de nuestro hijo no es todo lo fluida que debiera, solemos defendernos respondiendo que es más avispado para otras cuestiones y restándole importancia.

    La solución está en dar al problema la importancia que merece, saber prevenir esas alteraciones del habla antes de que sea demasiado tarde.