Psicologia y fonoaudiologia.

Los problemas del habla y del lenguaje son muy frecuentes. Al año de vida, los niños ya dicen algunas palabras, mientras que a los dos ya son capaces de formar frases, aunque a veces no pronuncien con claridad y alteran los sonidos.

Pero más allá de lo simpático y divertido que esto puede ser, las dificultades en el lenguaje deben ser tratadas a tiempo por un fonoaudiólogo.

El profesional determinará si el pequeño tiene problemas orgánicos que le impiden expresarse bien o simplemente se trata de una falta de estimulación. Dejar pasar el tiempo, puede ser perjudicial.

La típica dislalia
Algunos pequeños pueden comunicar sus ideas, pero les cuesta pronunciar bien, ya que tienen un problema de habla menos severo que un trastorno del lenguaje.

Generalmente tienen dificultad con los sonidos, el ritmo y la velocidad de la expresión.

La dislalia es el problema más frecuente y es el cambio de los sonidos de las letras. Las más comunes: “rr”, “r”, “s”, “d” y “l”.

La fonoaudióloga señala que si un niño no tiene otras complicaciones, es adecuado realizar el tratamiento a más tardar a los cuatro años.

En la consulta se hace una evaluación de las capacidades motrices orales, las habilidades auditivas y se determina si discrimina el sonido dislálico del sonido que sustituye.

El tratamiento de la dislalia consiste en una terapia orientada a la reorganización y coordinación de los movimientos de la lengua, además de una estimulación auditiva general y del sonido en el que el niño tiene dificultad.

Y aunque los resultados dependerán de cada niño, se estima que en dos meses, la dislalia se supera.

Es fundamental el apoyo de la familia. el niño debe ser tratado antes de comenzar el colegio, para evitar problemas con los profesores y compañeros.

Para ayudar a los chicos hay que tener en cuenta:

- Los niños simplifican y acortan las palabras cuando están aprendiendo a hablar. Algunos padres estimulan a los pequeños diciéndole esas mismas palabras, pero lo correcto es repetirlas correctamente.

- No es saludable que se le insista que pronuncie bien una palabra. Si lo presionan, se dañará su autoestima y evitará decir algunas palabras, al darse cuenta que lo retarán o se reirán de él.


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Fuente - Sitio Web: http://www.familia.cl/