Patologías del lenguaje: un debate neurolingüístico. Trastorno lenguaje infantil.

Las patologías del lenguaje son tema bien conocido en nuestra tradición cultural.

Resulta paradójico que el personaje bíblico a quien se asigna el encargo de transmitir al hombre la ley divina, Moisés, fuera tartamudo o presentara una alteración del habla asimilable a la tartamudez.

El caso no ha dejado de ser largamente comentado. Sin salir de la Biblia, la paradoja vuelve a expresarse con el caso de Ezequiel, el profeta mudo por designio divino, a quien “la lengua se le pega al paladar”.

En el otro pilar de nuestra tradición, la cultura grecolatina, el tema tampoco está ausente. Han llegado a interpretarse, por ejemplo, como singulares relatos de afasia algunos pasajes de Tucídides y de Plinio.

Pero nos llama especialmente la atención el caso, entre histórico y legendario, de la tartamudez de Demóstenes, el gran orador griego, de quien comenta Plutarco que, tras sufrir pública irrisión por sus dificultades articulatorias, “colocaba piedrecitas en su boca y practicaba su discurso gritando contra las olas”.

En Demóstenes queda manifiesta, y quintaesenciada, esa voluntad de la cultura griega por transformar la palabra en parte sustancial de “lo bello y de lo bueno”.

El hombre griego, y nosotros con él, asignó a la palabra el papel de piedra de toque fundamental en la valoración de lo humano.

La patología del lenguaje representaría, por contra, ese lado oscuro de la naturaleza humana que habrá que combatir, ignorar, o menospreciar.

La palabra inglesa dumb: “mudo” y “tonto”, resume de forma contundente lo que decimos.
Con todo esto no pretendemos afirmar que la patología del lenguaje deba entenderse tan sólo en esta clave cultural.

Lo que a continuación vamos a relatar tiene que ver en mayor medida con los fundamentos biológicos del lenguaje, tal como se nos muestran en el diálogo mantenido entre lingüística y neurología sobre el tema de las afasias, esto es, las patologías de la conducta verbal que se consideran centrales.

Pero asumiendo en lo esencial esta base biológica, debe reconocerse que en la valoración social –e incluso en la estricta valoración médica– de determinados trastornos del lenguaje podrían contar –y mucho– los factores propios de contexto cultural, algo que la....

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Fuente: http://www.uv.es