Las primeras clasificaciones incluían bajo la denominación de trastornos (de ahora en adelante: "T") del lenguaje (de ahora en adelante "L") únicamente las discapacidades referentes a la función motora de los órganos vocales, excluyendo así perturbaciones centrales, como la afasia.
En otro extremo se sitúan los que incluyen bajo el concepto todas las discapacidades físicas y mentales que obstaculizan la comunicación verbal, incluyendo la esquizofrenia, la condición de sordo o hipoacúsico, lo paladar hendido o alteraciones en la lectura y en la escritura, como la dislexia y la disortografía.
Una posición más moderada consideraría como "T" del "L" las perturbaciones referidas específicamente a la producción y a la recepción del habla, condiciones que excluyen las anomalías del "L" que son consecuencia de otros desórdenes, como las características de la esquizofrenia.
También se excluirán los que son más propios de "T" de la voz (disfonías y fenopatías), aunque pueden ser incluidas aquellas alteraciones que, a pesar de ser consecuencia de otros síndromes clínicos, pueden ser recuperables, o aquellos que son en parte consecuencia de "T" propios del "L".
El origen de los "T" del "L" puede ser variado. En general, cuándo la causa puede localizarse en una lesión o disfunción cerebral o del sistema nervioso, se emplea el término orgánico, y, si no es posible descubrir causas similares a las mencionadas, se consideran "T" funcionales.
Es necesario mencionar que pueden ser causa de "T" funcional tumores cerebrales, lesiones obstétricas, enfermedades infecciosas del tipo meningitis, heridas craneales, etc.
Fuente: wikipedia.org