Afasia infantil

Afasia en chicos
"Mi hijo habla mal"
INTRODUCCIÓN
Cada vez con mayor asiduidad el neurólogo se ve involucrado en el diagnóstico clínico de un niño que no ha desarrollado su lenguaje o lo está desarrollando mal.

Y esto se debe a que cada vez más los padres de familia y otros profesionales igualmente involucrados - como los psicólogos o los profesores especializados en patología del lenguaje.

Están asumiendo con toda lógica que el cerebro de hecho juega un papel importante en estas alteraciones del desarrollo y nadie mejor que el neurólogo para determinar el estado del sistema nervioso infantil y de proporcionar la ayuda diagnóstica que guíe el trabajo terapéutico

DESARROLLO NORMAL DEL LENGUAJE
El desarrollo del lenguaje, sentado así sobre tales bases de interacción, es un proceso fluido que en el infante se da en tres fases consecutivas: la etapa pre-lingüística, el pasaje de la etapa lingüística a la lingüística y el inicio de la etapa lingüística propiamente dicha.

La etapa pre-lingüística, como su nombre lo está indicando, es preparatoria para que el infante desarrolle el lenguaje y coincide con el período sensorio-motor de Piaget.

El llanto, el grito y los reflejos de succión y deglución son verdaderos precursores a la distancia de la capacidad de expresión oral que posteriormente el niño pueda desarrollar. La ausencia o la debilidad de ellos en el momento de nacer deben llamar la atención en este sentido.

No hay edad precisa que pueda con certeza señalarse como la del inicio de la etapa lingüística, pero lo frecuente es que de los diez a los doce meses aproximadamente el lactante dé significado a algunas palabras que escucha y comience la emisión de lo que se ha llamado el monosílabo intencional

La posterior evolución es a través tanto de la palabra-frase, ejemplo máximo del lenguaje infantil que se basa en el poder generalizador de la palabra y la extensión de significados.

A la palabra-frase le sigue, en el segundo semestre del segundo año, el tiempo de la palabra yuxtapuesta, o sea, la unión significativa fonético-fonológica (no gramatical), con gran contenido de la gramática o sintaxis infantil) en el tercer año, que poco a poco va enriqueciéndose gracias a la extensión del vocabulario, el que recién después de los tres años se acercará en su uso al del adulto.

Después de los tres años el niño enriquece su producción verbal debido a que se multiplica su interacción con el ambiente al ser incluido en la escolaridad inicial.

LA PATOLOGÍA DEL LENGUAJE EN EL NIÑO
Cuando la llegada y el posterior desarrollo de la etapa lingüística propiamente dicha se ven postergados, interrumpidos o alterados se está ingresando al campo de la patología del lenguaje en el niño.

La afasia infantil implica una deficiencia verbal casi siempre predominantemente expresiva y adquirida como secuela de un proceso infeccioso, traumático, tumoral o neuroquirúrgico cuando el niño ya había desarrollado lenguaje.

El niño que no habla antes de los tres años representa un caso realmente apremiante en cuanto al tratamiento, porque toda la evolución posterior de su comunicación verbal se va a ver seriamente comprometida y será de mal pronóstico no tomar las medidas terapéuticas oportunas.

Las causas por las cuales un niño no habla son múltiples:
Puede tratarse de una deficiencia sensorial como en la sordera, de un desorden específico del lenguaje como en la disfasia (discapacidad constitucional casi siempre genéticamente determinada para comprender la palabra hablada o expresarse verbalmente);

De una deficiencia intelectual como en el retardo mental, de un serio daño encefálico como en la parálisis cerebral.

De un cuadro psicógeno como el mutismo, de un retardo fruto de la deprivación o de la rara afasia adquirida con epilepsia de Landau-IGeffner entre los casos serios;

De un retardo simple del desarrollo del lenguaje receptivo-expresivo, en el que la evolución normal de éste se ve postergada pero sigue un curso homogéneamente natural, entre los benignos.

Mientras que en el caso de que el niño hable mal debe distinguirse en primer lugar si el código lingüístico que usa está alterado o si solamente se trata de un defecto de la articulación verbal.

Todos aquellos en quienes se presenta una disfasia, una afasia infantil, un retardo mental o un autismo infantil, por ejemplo, hablarán mal como producto de su severa alteración del lenguaje

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Fuente: http://sisbib.unmsm.edu.pe/