Taquilalia

Taquilalia
Definición
Es un síntoma logopático de la taquifemia que consiste en la emisión excesivamente rápida de la palabra, que origina precipitaciones y atropellamiento en el habla. Ocurre en manías o debido al alcoholismo. También se conoce como verborrea.

Con frecuencia son los familiares los únicos que llegan a interpretar el significado de lo que el niño quiere expresar.

A veces esto puede apreciarse en niños con una gran rapidez de visualización, cuando lee en voz alta. Podríamos decir que la rapidez en la apreciación de sus ojos es superior a la capacidad de movimientos linguales, labiales o fónicos.

Recordemos que la taquifemia es una alteración de la fluidez verbal, en la que el individuo habla a gran velocidad, articulando de forma desordenada y confusa, produciendo cambios en las sílabas y deformando sonidos.

En ocasiones la taquilalia se puede confundir con la tartamudez, aunque un niño con taquilalia se expresa mejor fuera del circulo familiar, al contrario del niño tartamudo, que se expresa mejor dentro del círculo familiar.

Origen y causa
La taquilalia surge cuando hay una descompensación entre el influjo nervioso y la capacidad de movimiento de la boca.

Las causas no se conocen de forma concreta y definida, puesto que existen muchos estudios que dan opiniones distintas.

Las causas comúnmente aceptadas son las relacionadas con los factores neurológicos, los factores psicológicos y deficiencias en la raíz lingüística.


TAQUILALIA: La taquilalia es un trastorno cuyas características consiste en hablar muy deprisa. Es una aceleración en la emisión de las palabras. Ocurre en manías o debido al alcoholismo. También se conoce como verborrea.

El problema surge cuando hay una desproporción entre el influjo nervioso y la capacidad de movimiento de los órganos periféricos del lenguaje.

Debido a la rapidez de la emisión, a veces las articulaciones no son más que bosquejadas. Como consecuencia, su lenguaje se hace incomprensible.

Con frecuencia son los familiares los únicos que llegan a interpretar el significado de lo que el niño quiere expresar. A veces esto puede apreciarse en niños con una gran rapidez de visualización, cuando lee en voz alta.

Podríamos decir que la rapidez en la apreciación de sus ojos es superior a la capacidad de movimientos linguales, labiales o fónicos.

INTRODUCCIÓN

         A continuación presentamos un caso de taquilalia en un niño de 13 años de edad. En primer lugar, proporcionamos los datos relativos a la entrevista con los padres, niño y tutora, para pasar posteriormente a describir el proceso de evaluación e intervención en R. El niño manifiesta características tales como: habla rápida, articulación imprecisa, sustituciones y omisiones de fonemas, sílabas y palabras, ritmo defectuoso, etc.
       
  El proceso de evaluación se centra fundamentalmente en tres aspectos: determinar el grado de ansiedad rasgo y estado de R., descartar la presencia de depresión del niño y realizar una análisis cualitativo y cuantitativo de su habla ante diferentes tareas. Asimismo, la intervención se centra en cuestiones tales como: adecuar su función respiratoria, aumentar la movilidad de la zona oral, tratando con ello de conseguir una mayor agilidad motriz en los órganos implicados en los fonemas que articula defectuosamente, adecuar el tono muscular, fundamentalmente en los órganos que intervienen en la fonación, y reducir el flujo del habla del niño.
         Para disminuir el flujo del habla del niño utilizamos un procedimiento de reeducación que se estructura en tres etapas: en primer lugar, el niño debe aprender por imitación un patrón de habla más lento a partir de la lectura de textos (técnica de seguimiento), a continuación debe detectar los errores que comete a partir de textos leídos y la posterior escucha de la grabación del mismo (corrigiéndose), y por último hay que conseguir la transición del patrón de habla lento en lectura al lenguaje conversacional, logrando con ello una mayor inteligibilidad.

ANAMNESIS

Datos relativos a la entrevista con la madre

         R. es un niño de 13 años de edad que acude al centro a petición de la madre, la que manifiesta que su hijo habla muy deprisa y confunde las palabras.
         El niño presenta esta conducta lingüística desde que comenzó a hablar con cierta fluidez, no atribuyéndose causa alguna a dicha manifestación. La madre tampoco parece recordar modificaciones temporales en el habla de su hijo desde las etapas iniciales del desarrollo de su lenguaje hasta el momento actual, aunque en el último año parece haber aumentado la rapidez de su habla. Según ella, el niño siempre ha hablado muy deprisa.
         La madre solicita ayuda en este momento para solucionar la dificultad de su hijo por dos razones:
                
  1) En casa aprecian un aumento en el curso de la palabra de R. durante el último año, acude a casa triste, menos comunicativo que antes y no acepta las bromas que le hacen sus padres y su hermana sobre su forma de hablar (antes cuando sustituía un fonema por otro y cambiaba contenido de lo que deseaba expresar, todos los miembros de la familia bromeaban sobre ello, incluido R.).
                 
 2) En el centro escolar le sugieren que acuda a un especialista, puesto que el habla de su hijo es cada vez más ininteligible y el niño comienza a manifestar conductas desadaptativas en el colegio (tendencia a aislarse, interacciones mínimas, reducción de la intervenciones comunicativas del niño en las actividades grupales y modificaciones en el rendimiento escolar).
         El habla del niño es entendida en casa, aunque en estos últimos meses les cuesta más comprenderle (lo atribuyen a que está más nervioso). Antes había días en los cuales R. hablaba más lentamente, en cambio ahora esto no ocurre.
         La madre opina que aunque su hijo no exterioriza su preocupación, R. está sufriendo porque cada vez es más consciente en el colegio (a través de las burlas y el rechazo de otros niños) del problema que tiene. Asimismo, nos comenta que el niño ha aceptado positivamente acudir al centro a recibir ayuda.
         La unidad familiar está compuesta por la madre de 47 años de edad, el padre de 45 años y una hija mayor de 15 años. Los datos relativos al embarazo y al parto son normales. En cuanto a la evolución del lenguaje mencionar que durante las etapas iniciales no pronunciaba la /r/, posteriormente paso a pronunciarla de forma muy marcada y a los cuatro años la corrige totalmente (dato que no coincide con la posterior evaluación). Según la madre, en la actualidad no presenta ningún defecto articulatorio y dispone de un vocabulario amplio. Durante la entrevista se nos informa de un antecedente familiar con una manifestación lingüística similar a la de R. La abuela materna, cuando era niña hablaba muy deprisa y sustituía unos fonemas por otros. 
         La evolución psicomotriz es normal. No se aprecia ningún dato relevante. R. es diestro, hábil manualmente, el modo de ejercicio de la atención es normal, su orientación temporo-espacial adecuada y el nivel de grafismo, apropiado. Según la madre, la escritura de su hijo es correcta, no comete errores de sustitución ni de omisión de sílabas y/o palabras, es inteligible y no existe desorganización en la escritura de las frases. La lectura del niño es la adecuada para su edad cronológica, el curso de la palabra no es tan rápido como en lenguaje oral y por tanto comete menos errores de sustitución y omisión.
         La madre describe a R. como un niño algo tímido pero alegre (siempre riendo), un poco inquieto, con tendencia a preocuparse en exceso por las cosas, nada perfeccionista, con facilidad para hacer amigos y al que le gusta formar parte del grupo, pero no que le dirijan.
         Nos parece significativo resaltar que durante la entrevista con la madre de R., ésta manifiesta una notable velocidad al hablar, aunque desconocemos si es el patrón habitual de interacción con el niño.

Datos relativos a la entrevista con el niño
         Durante la primera entrevista con R. apreciamos, en lenguaje conversacional, rapidez excesiva del habla (taquilalia), omisión de sonidos y sílabas (lo que dificulta la inteligibilidad del discurso del niño), las pausas en el discurso son escasas, la articulación imprecisa de algunos sonidos consonánticos y cierta inquietud motriz. No percibimos en ningún momento desorganización en el discurso del niño, ni una producción de la voz defectuosa, aunque en ocasiones es algo nasal. Inicialmente nos da la impresión de que R. comete algún proceso de sustitución de un sonido por otro en fonemas afines. 
         R. nos comenta que tiene conciencia de su dificultad y que ha intentado controlarse para no hablar tan deprisa, sin conseguirlo. Asimismo, afirma que antes no le importaba, pero actualmente en el colegio se burlan de él. El niño nos manifiesta su deseo de cambiar de colegio.
Evaluación del habla (análisis cuantitativo y cualitativo)
         Una vez aplicadas las dos pruebas estandarizadas, realizamos la evaluación del habla del niño a través de diferentes tareas: la lectura de un texto sencillo y conocido por el niño (texto escolar), la lectura de un texto desconocido para el niño pero accesible para su nivel lector (literatura juvenil), la lectura de un texto de mayor complejidad lectora a la exigida para un niño de la edad de R., la lectura de un texto sencillo y conocido para el niño en voz alta y en voz baja, la repetición de frases de menor a mayor complejidad emitidas previamente por el evaluador (utilizando para ello las frases de la lámina 8 del material para la exploración de la afasia de Borregón y González (2000)), la narración de una historia por parte del niño a partir de material visual (utilizando para ello la subescala de Historietas del WISC-R (Wechsler, 1995), al niño se le presentan varias tarjetas con dibujos, para que las ordene y nos cuente con ellas una historia con sentido), la definición de palabras por parte del niño (utilizando para ello la subescala de Vocabulario del WISC-R), la respuesta a preguntas que le realiza el evaluador (relacionadas con intereses y aficiones del niño tales como el baloncesto y los perros) y a través del lenguaje espontáneo del niño durante las sesiones de evaluación. Asimismo, puesto que la madre nos comenta en la entrevista que el niño no comete errores en escritura, decidimos que el niño narre por escrito algún suceso ocurrido el día anterior (escritura espontánea) y le dictamos un texto adecuado para su edad (texto escolar).     
         En la cuarta sesión de evaluación, aprovechando que la familia completa acude al centro, decidimos introducir a los miembros (padre, madre y hermana) en la sala de consulta bajo la excusa de que ayuden a su hijo en la realización de una tarea con cierto grado de complejidad (la realización de una figura del Tangram),  mientras el evaluador permanece fuera de la sala. Nuestra pretensión es conocer cómo son los intercambios comunicativos entre los miembros de la unidad familiar a través de la posterior revisión de la grabación en vídeo de dicho momento (10 minutos). 
         El registro cuantitativo y cualitativo del habla de R. se realiza sobre un muestra de 100 palabras. Nuestro objetivo general es determinar el nivel de inteligibilidad del niño en lenguaje oral, lectura y escritura. La sesiones se registran en vídeo para un posterior análisis más completo y preciso del patrón de habla del niño. El estudio de la grabación nos permite establecer la línea base a partir de la cual podemos ir constatando los avances de R. una vez puesta en marcha la intervención.
         Los resultados del análisis cuantitativo y cualitativo del habla de R. indican que el niño presenta una elevada velocidad lectora, siendo mayor la velocidad cuando el texto es conocido para él. El niño comete mayores errores cuando el texto es sencillo, conocido y realiza la lectura en voz alta. El porcentaje de errores es del 9%, que corresponde con la omisión de fonemas y sílabas (por ej., [pe.o] por pero; [despedi..a] por despediría; [tuv.ese] por tuviese), y con la sustitución de fonemas (por ej., la sustitución de la /s/ por un sonido parecido a la /f/: [Guftavo] por Gustavo; [filla] por silla). En tareas de lectura también detectamos las siguientes manifestaciones: el niño omite varias de las pausas que debe realizar para una adecuada lectura de los textos que se le presentan, escasa movilidad de la zona oral (lo que dificulta la correcta pronunciación de la /l/ y la /s/), rotacismo velar (por ej., carreta y jardín), tono de voz elevado en la mayoría de las ocasiones (cuando le pedimos que realice una lectura en voz baja presenta notables dificultades), ritmo irregular y defectuosa coordinación respiratoria (respiración superficial).
         En escritura espontánea el porcentaje de errores es del 6% (omisiones de sílabas y palabras: por ej., [el domingo estuve en casa de .. amigo Luis jugando con la videoconsola] omite mi), no existiendo desorganización en la misma, y en la tarea de dictado los errores son aún inferiores (por ej., [creerán que me ..capé] por creerán que me escapé).
         En la expresión oral del niño es donde se detectan mayores dificultades, fundamentalmente en las tareas de narración, definición y lenguaje espontáneo, donde el porcentaje de errores se sitúa entre el 13-15% (omisiones de fonemas, sílabas  y conjunciones (omisión de la o y de la y; [..e] por que), y sustituciones en menor medida). De nuevo apreciamos un tono de voz elevado, escasa movilidad al hablar que dificulta la inteligibilidad, rotacismo velar (con las vocales /a/ y /e/, y después de consonante: por ej., alrededor y carretera), distorsión de la /l/ (antes de un sonido consonántico y en sinfón: por ej., imposible y soltarse), imprecisión articulatoria de la /s/ (nasalizándola o convirtiéndola en /f/, fundamentalmente en posición inicial: por ej., sueño)

Fuente:
http://www.buenastareas.com/ 
http://sitiosalud.com/
http://www.eweb.unex.es/