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Stress |
Estrés y ansiedad
La ansiedad es un sentimiento de miedo, desasosiego y preocupación. La fuente de estos síntomas no siempre se conoce.
Consideraciones
El estrés es una sensación normal que, en bajas dosis, puede ayudarlo a uno a hacer las cosas. El estrés no afecta a todo mundo de la misma manera.Muchas personas sienten síntomas de estrés en el cuerpo. Usted puede experimentar dolor abdominal, dolores de cabeza y dolor o tensión muscular.
Cuando usted está muy estresado, puede notar:
- Una frecuencia cardíaca más rápida
- Latidos cardíacos saltones
- Respiración rápida
- Sudoración
- Temblores
- Mareo
- Heces sueltas
- Necesidad frecuente de orinar
- Boca seca
- Problemas para deglutir
Causas
Muchas personas tienen estrés cuando necesitan adaptarse o cambiar.Los ejemplos son:
- Empezar en un nuevo trabajo o colegio
- Mudarse a una nueva casa
- Casarse
- Tener un hijo
- Romper con alguien
Algunos fármacos pueden causar o empeorar los síntomas del estrés.
Estos pueden abarcar:
- Algunos medicamentos para inhaladores usados para tratar el asma
- Fármaco para la tiroides
- Algunas pastillas para adelgazar
- Algunos remedios para el resfriado
Cuando estos sentimientos suceden con frecuencia, una persona puede tener un trastorno de ansiedad. Otros problemas que pueden incluir estrés son:
Cuidados en el hogar
Lo que alivia el estrés no es igual para todos. Hacer ciertos cambios en el estilo de vida es el mejor comienzo.Empiece por consumir una alimentación saludable y bien balanceada, al igual que dormir bien y hacer ejercicio. También reduzca la cafeína y la ingesta de alcohol y no use nicotina, cocaína ni otras drogas psicoactivas.
Encontrar maneras saludables y divertidas de hacerle frente al estrés ayuda a la mayoría de las personas. Usted puede aprender y practicar formas de ayudarlo a relajarse. Averigüe acerca del yoga, el tai chi o la meditación.
Tome descansos en el trabajo. No olvide equilibrar las actividades divertidas con su trabajo y sus deberes familiares. Programe un poco de tiempo libre todos los días. Pase tiempo con personas con las que usted disfruta, entre ellas, su familia.
Pruebe aprender a hacer trabajos manuales, tocar un instrumento o escuchar música.
Piense acerca de lo que podría estarle causando estrés. Mantenga un diario de lo que está sucediendo cuando usted tiene estas sensaciones.
Luego, busque a alguien de confianza que lo escuche. Con frecuencia, simplemente hablar con un amigo o un ser querido es todo lo que usted necesita para sentirse mejor. La mayoría de las áreas también tienen grupos de apoyo y líneas de ayuda que pueden servir.
Pregúntele al médico si cualquier fármaco o medicamentos que usted esté tomando pueden causar ansiedad.
Ver también:
Cuándo contactar a un profesional médico
Llame a una línea de ayuda en caso de suicidio si usted tiene intenciones de quitarse la vida.Las razones por las cuales usted posiblemente necesite buscar más ayuda son:
- Tiene sensaciones de pánico, como vértigo, respiración rápida o latidos cardíacos acelerados.
- Es incapaz de trabajar o desempeñarse en la casa o en su trabajo.
- Tiene miedos que no puede controlar.
- Está teniendo recuerdos de un evento traumático.
Lo que se puede esperar en el consultorio médico
El médico necesitará saber qué medicamentos está tomando usted y si consume alcohol o drogas. Le harán un examen físico y quizá algunas pruebas de sangre.El médico puede remitirle a un profesional en salud mental. Usted puede hablar sobre a sus sentimientos, lo que parece empeorar o aliviar su estrés y por qué razón piensa usted que está teniendo este problema.
Algunas veces, los medicamentos pueden ayudar a tratar los síntomas.
Estrés y depresión encogen el cerebro
Científicos de la Universidad de Yale han descubierto que pueden perderse conexiones neuronales, lo que se traduce en una pérdida de masa encefálica.
El grupo de científicos, liderado por el profesor Ronald Duman, decidió determinar cómo una situación prolongada de estrés y estado de depresión afectan al cerebro humano.
"Demostramos que los circuitos que están normalmente envueltos en las emociones, así como también en las funciones cognitivas, se interrumpen cuando este factor de transcripción se activa", indicó Duman.
De acuerdo a la información difundida por la cadena BBC, ello provoca una pérdida parcial de las conexiones entre las neuronas. “El cerebro simplemente se comprime,
perdiendo una cantidad significativa de conexiones neuronales
internas”, dijo Duman, profesor de psiquiatría, neurobiología y
farmacología.
La reducción del número de conexiones de estas células
también provoca una disminución general de su capacidad para procesar la
información. Por lo tanto, una persona que sufre una fuerte depresión o estrés constante pierde la capacidad para responder de manera adecuada a las distintas situaciones por las que pasa a lo largo de la vida.
Para llegar a esta conclusión, el grupo de investigadores analizó tejidos de pacientes con depresión y de pacientes sin la enfermedad que fueron donados por un banco de cerebros. Así pudieron observarse los distintos patrones de activación genética.
El investigador que dirige el estudio, Hyo Jung Kang, descubrió que al menos cinco de esos genes podrían ser regulados por una proteína llamada GATA1. Las variaciones genéticas en GATA1 podrían ser útiles para identificar a aquellas personas en riesgo de padecer depresiones profundas o mayor predisposición al estrés intenso.
El Stress
El
estrés
se define como un
estado de fatiga física y psicológica del individuo, provocado por exceso de
trabajo, desórdenes emocionales o cuadros de ansiedad. Aunque en ocasiones
constituye el motor de nuestras vidas, es ante todo uno de nuestros más
feroces enemigos. Frente al estrés, el organismo humano reacciona tanto en el
aspecto biológico como en el psicológico.
Si
bien el concepto de estrés fue ya reconocido por Hipócrates, el término comienza
a emplearse a partir del siglo XIV, para referirse a experiencias negativas,
adversidades, dificultades, sufrimiento, aflicción, etc. En el siglo XVII, de la
mano del biólogo y físico R. Hooke, se asocia a fenómenos físicos como presión,
fuerza, distorsión, etc. El estrés es la fuerza interna presente en un área
sobre la que actúa una fuerza externa, cuando una estructura sólida es
distorsionada.
Sería Selye, ya en el siglo XX, quien se referiría al hablar del
estrés a un conjunto coordinado de reacciones fisiológicas ante cualquier forma
de estímulo nocivo. Más tarde, Walter Cannon (1929) hablará de estrés para
aludir a las reacciones de «lucha-huida», respuestas automáticas que emiten los
organismos en defensa de estímulos amenazantes, tanto externos como internos.
Esta respuesta implica la activación del sistema nervioso simpático, así como la
liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) por la médula
suprarrenal.
Aproximación conceptual
Cuando hablamos de estrés, nos estamos refiriendo a varios aspectos de un mismo
concepto. Por un lado, podemos dar al término el significado de una respuesta
emitida por nuestro organismo ante un estímulo.
Llamaríamos estrés a las
respuestas fisiológicas o psicológicas que la persona da ante un estímulo
ambiental «amenazante». El estrés se entiende como síndrome general de
adaptación, que incluye tres fases: de alarma, de resistencia o adaptación del
organismo y de agotamiento, pudiendo, si la amenaza es suficientemente severa y
prolongada, producir la muerte.
La respuesta de estrés se da a tres niveles:
fisiológico, cognitivo y motor. En el primer caso, puede manifestarse en forma
de taquicardia, hipertensión, incremento del colesterol, hiperglucemia,
diuresis, aumento-disminución de la temperatura, sequedad de boca, inhibición
del sistema inmunológico, etc.
En el segundo nivel, puede provocar incapacidad
en la toma de decisiones, dificultades de concentración y de atención, olvidos
frecuentes o irritabilidad.
Finalmente, las respuestas motoras se manifiestan
con temblores, tartamudeo, predisposición a accidentes, disminución o aumento
del apetito•o explosiones emocionales.
Al
emplear el término estrés es posible, también, aludir a estímulos que provocan
un cierto «desequilibrio»; en este sentido, el estrés se identificaría como
agente externo nocivo. Por encima de los límites individuales de tolerancia al
estrés (agente externo), éste provoca daños o alteraciones fisiológicos y/o
psicológicos.
Los
estímulos estresantes pueden ser de dos tipos: psicosociales —situaciones o
estímulos que se convierten en estresantes por la interpretación que la persona
haga de ellos— y biogénicos —situaciones o estímulos que, por su capacidad de
producir cambios eléctricos o bioquímicos, desencadenan la respuesta de estrés—.
Ambos tipos de estrésores pueden ser, a su vez, internos —físicos, como el dolor
de una herida, o cognitivos, como sentimientos de culpa— y externos
—físicos, como el ruido, o cognitivos, como una mirada irónica dirigida hacía
nosotros.
Las
situaciones o estímulos pueden ser estresantes porque constituyen un cambio o
novedad, porque no hay suficiente información acerca de ellos, porque son
impredecibles y crean incertidumbre y/o ambigüedad, porque se presentan de
manera inminente y no se dispone de tiempo para prepararse ante ellos, etc.
Una
visión más actual del estrés es la que considera el fenómeno como un proceso que
englobaría tanto los estímulos como las respuestas y su interacción. El estrés
se define como una consecuencia de la relación entre los estímulos estresantes,
la respuesta del organismo y los procesos intermedios biológicos (factores
hereditarios en general) y psicológicos (personalidad, estrategias de
afrontamiento, apoyo social)
El elemento central de esta conceptualización es
la llamada evaluación cognitiva, mediante la cual las personas valoran
constantemente la significación de lo que está ocurriendo
Relacionado con su
bienestar personal, teniendo en cuenta en un principio el tipo de demandas
externas o internas que, en nuestra interpretación, nos plantea la situación; en
un segundo lugar se estima cuáles son nuestros propios recursos de afrontamiento
y, por último, se da el feedback que nos proporciona la posibilidad de corregir
valoraciones previas.
Consecuencias del estrés
El
estrés entendido como estímulo, como respuesta o como proceso de interacción
entre ambos, actúa en el organismo desencadenando un gran número de alteraciones
y enfermedades a distintos niveles. Entre los trastornos cardiovasculares pueden
mencionarse la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria o las
taquicardias.
El asma bronquial o el síndrome de hiperventilación constituyen
trastornos respiratorios. Dentro de los inmunológicos figura la aceleración del
desarrollo de los procesos infecciosos. En cuanto a alteraciones del sistema
endocrino, las principales son el hipotiroidismo y el hipertiroidismo.
La úlcera
péptica, la colitis ulcerosa, la aerofagia y el estreñimiento son desequilibrios
gastrointestinales. El prurito, la sudoración excesiva, la dermatitis atípica y
la alopecia se inscriben dentro de los dermatológicos. Los trastornos musculares
más habituales son tics, temblores, contracturas musculares, etc.
Como
problemas? sexuales, pueden mencionarse la impotencia, la eyaculación precoz, el
coito doloroso, el vaginismo y las. alteraciones del deseo. No’ hay que desdeñar
la importancia de los desequilibrios psicopatológicos, Como miedos, fobias,
de-’presión, trastornos de la personalidad, consumo de drogas, conductas
obsesivas y compulsivas, alteraciones del sueño, etc.
Tratamiento
Hoy
en día existen diversos métodos para combatir el estrés, un fenómeno que puede
abordarse desde un’ punto de vista biomédico o, psicológico; sin duda, la
combinación de tratamientos permitirá obtener unos resultados más beneficiosos
para la persona que lo padece.
Desde el enfoque biomédico el tratamiento para el
estrés es la prescripción de tranquilizantes o ansiolíticos, especialmente las
benzodiacepinas, que inciden directamente en las respuestas fisiológicas de
estrés.
Desde
el enfoque psicológico se plantean varias alternativas; todas ellas otorgan gran
importancia al control de la ansiedad emocional, así como al aprovechamiento de
los recursos del organismo.
Entre las más importantes, cabe mencionar las
siguientes.
Las técnicas de biofeedback, que consisten en el aprendizaje del
control voluntario de las funciones fisiológicas y de las actividades
automáticas (la tensión muscular, la presión sanguínea, etc.)
Las técnicas de
respiración y relajación, que se basan en la idea de que, liberando el cuerpo de
la tensión muscular (a través de la respiración abdominal, o de ejercicios de
tensión-distensión de los grupos musculares, respectivamente), se liberará la
«tensión de la mente»; las técnicas cognitivo-conductuales, por ejemplo la
aserción encubierta (que consiste en aprender a detener el pensamiento
distorsionador que provoca emociones negativas y a sustituirlo por otro más
positivo y constructivo)
La desensibilización encubierta (con la cual el sujeto
aprende a relajarse mientras se imagina escenas que progresivamente van
provocando mayor ansiedad), la inoculación al estrés (con ella se enseña como
afrontar y relajarse ante una amplia variedad de experiencias estresantes,
desarrollando nuevas formas de reacción más allá del miedo y la cólera)
Las
técnicas de autocontrol (que suponen el entrenamiento de una persona para
regular sus conductas, dirigiendo sus esfuerzos a regular su propio entorno, no
a modificar posibles o supuestos estados internos inmanejables, a través de la
manipulación de condiciones antecedentes y de consecuencias), etc.
Aparte de los
tratamientos mencionados, la estimulación eléctrica, la acupuntura o la
audioanalgesia constituyen técnicas alternativas para hacer frente al
estrés y a
sus consecuencias.
Las investigaciones han revelado que la depresión es hereditaria y sugieren que algunas personas heredan genes que los hacen más propensos a la depresión.
Pero no toda persona que tiene propensión genética a la depresión se deprime. Y muchas otras que no tienen una historia familiar ligada a la depresión sí la sufren.
Por lo tanto, si bien los genes son un factor, no constituyen la única causa de la depresión.
Los acontecimientos de la vida (por ejemplo, la muerte de un familiar cercano o de un amigo) pueden ir más allá del dolor normal y, a veces, llevar a la depresión.
La familia y el entorno social también desempeñan un papel. En algunos adolescentes, una atmósfera familiar negativa, estresante o infeliz puede afectar su autoestima y llevarlos a la depresión.
Condiciones sociales como la pobreza, la falta de hogar y la violencia en la comunidad pueden aumentar las posibilidades de que las personas se depriman.
En algunos adolescentes, los problemas de aprendizaje no diagnosticados pueden impedir un buen desempeño escolar, los cambios hormonales pueden afectar su estado de ánimo, o los problemas de salud pueden resultar un desafío o un revés.
Con o sin los genes para la depresión, cualquiera de estos elementos puede preparar el contexto para que una persona se deprima.
El abuso de sustancias adictivas puede provocar cambios químicos en el cerebro que quizás afecten el ánimo (se sabe que el alcohol y algunas drogas tienen efectos depresivos)
Las consecuencias negativas, tanto sociales como personales, del abuso de sustancias adictivas también pueden derivar en una profunda desdicha y depresión.
Algunos neurotransmisores regulan el estado de ánimo. Cuando no están disponibles en las cantidades necesarias, el resultado puede ser la depresión.
La respuesta del cerebro a los acontecimientos estresantes como los mencionados más arriba puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores y provocar una depresión.
Algunas veces, una persona puede experimentar una depresión sin poder identificar ningún acontecimiento triste o estresante responsable de ello.
Las personas con una predisposición genética a la depresión pueden ser más propensas al desequilibrio en la actividad de los neurotransmisores que forma parte de la depresión.
Los medicamentos que se utilizan para tratar la depresión actúan ayudando a restablecer el equilibrio adecuado de los neurotransmisores.
Los médicos que tratan la depresión hacen una distinción entre estas dos formas: la más severa y de menor duración se diagnostica como depresión mayor, y la de mayor duración pero menos severa, como distimia.
Una tercera forma de depresión que puede llegar a diagnosticarse es el trastorno adaptativo con ánimo depresivo.
Alude a una reacción depresiva ante un acontecimiento específico de la vida (como una muerte, un divorcio u otra pérdida), cuando la adaptación a la pérdida toma más tiempo del que normalmente se espera o cuando es más severa de lo esperado e interfiere en las actividades diarias de la persona.
El trastorno bipolar (a veces, también denominado "enfermedad maníaco depresiva") es otra afección depresiva que involucra períodos de depresión mayor combinados con períodos de manía. Manía es el término utilizado para describir un ánimo exaltado y explosiones exageradas de energía y actividad poco usuales.
A veces, las personas atraviesan ataques en los que estos síntomas son realmente intensos; otras veces, estos mismos sentimientos pueden estar presentes a una menor escala todo el tiempo durante años.
Algunas personas sólo tienen un episodio depresivo, o pueden llegar a tener más de uno después de haberse sentido mejor por un tiempo. Cuando una persona tuvo más de un ataque de depresión severa, un médico le diagnosticará un trastorno depresivo mayor.
Los adolescentes que están deprimidos también pueden manifestar otras señales de advertencia o síntomas. Pueden aumentar sus problemas escolares debido a inasistencias, falta de interés o motivación, o concentración deficiente y baja energía mental a causa de la depresión.
Algunos adolescentes directamente abandonan la escuela, ya que suponen que van a fracasar a causa de sus problemas.
Fuente:
http://www.nlm.nih.gov/ ¿Por qué se deprimen las personas?
La depresión no tiene una única causa. Son muchos los factores que desempeñan un papel, incluidos la genética, el entorno, el estado de salud, los sucesos de la vida y determinados patrones de pensamiento que afectan las reacciones de las personas frente a los acontecimientos.Las investigaciones han revelado que la depresión es hereditaria y sugieren que algunas personas heredan genes que los hacen más propensos a la depresión.
Pero no toda persona que tiene propensión genética a la depresión se deprime. Y muchas otras que no tienen una historia familiar ligada a la depresión sí la sufren.
Por lo tanto, si bien los genes son un factor, no constituyen la única causa de la depresión.
Los acontecimientos de la vida (por ejemplo, la muerte de un familiar cercano o de un amigo) pueden ir más allá del dolor normal y, a veces, llevar a la depresión.
La familia y el entorno social también desempeñan un papel. En algunos adolescentes, una atmósfera familiar negativa, estresante o infeliz puede afectar su autoestima y llevarlos a la depresión.
Condiciones sociales como la pobreza, la falta de hogar y la violencia en la comunidad pueden aumentar las posibilidades de que las personas se depriman.
En algunos adolescentes, los problemas de aprendizaje no diagnosticados pueden impedir un buen desempeño escolar, los cambios hormonales pueden afectar su estado de ánimo, o los problemas de salud pueden resultar un desafío o un revés.
Con o sin los genes para la depresión, cualquiera de estos elementos puede preparar el contexto para que una persona se deprima.
El abuso de sustancias adictivas puede provocar cambios químicos en el cerebro que quizás afecten el ánimo (se sabe que el alcohol y algunas drogas tienen efectos depresivos)
Las consecuencias negativas, tanto sociales como personales, del abuso de sustancias adictivas también pueden derivar en una profunda desdicha y depresión.
¿Qué ocurre en el cerebro cuando alguien se deprime?
En la depresión, está involucrada la delicada química del cerebro: específicamente, están involucradas unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores. Estas sustancias químicas contribuyen a la transmisión de mensajes entre las células nerviosas del cerebro.Algunos neurotransmisores regulan el estado de ánimo. Cuando no están disponibles en las cantidades necesarias, el resultado puede ser la depresión.
La respuesta del cerebro a los acontecimientos estresantes como los mencionados más arriba puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores y provocar una depresión.
Algunas veces, una persona puede experimentar una depresión sin poder identificar ningún acontecimiento triste o estresante responsable de ello.
Las personas con una predisposición genética a la depresión pueden ser más propensas al desequilibrio en la actividad de los neurotransmisores que forma parte de la depresión.
Los medicamentos que se utilizan para tratar la depresión actúan ayudando a restablecer el equilibrio adecuado de los neurotransmisores.
Tipos de depresión
En algunas personas, la depresión puede ser intensa y manifestarse en forma de ataques que duran semanas. Para otras, la depresión puede ser menos severa, pero persistir de manera no aguda durante años.Los médicos que tratan la depresión hacen una distinción entre estas dos formas: la más severa y de menor duración se diagnostica como depresión mayor, y la de mayor duración pero menos severa, como distimia.
Una tercera forma de depresión que puede llegar a diagnosticarse es el trastorno adaptativo con ánimo depresivo.
Alude a una reacción depresiva ante un acontecimiento específico de la vida (como una muerte, un divorcio u otra pérdida), cuando la adaptación a la pérdida toma más tiempo del que normalmente se espera o cuando es más severa de lo esperado e interfiere en las actividades diarias de la persona.
El trastorno bipolar (a veces, también denominado "enfermedad maníaco depresiva") es otra afección depresiva que involucra períodos de depresión mayor combinados con períodos de manía. Manía es el término utilizado para describir un ánimo exaltado y explosiones exageradas de energía y actividad poco usuales.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión?
Éstos son algunos de los síntomas que las personas manifiestan cuando están deprimidas:- estado de ánimo deprimido o tristeza la mayor parte del tiempo (para lo que no parecería haber motivos)
- falta de energía y sensación de cansancio permanente
- incapacidad para disfrutar de cosas que antes provocaban placer
- desinterés por estar con amigos y familiares
- irritabilidad, enojo o ansiedad
- incapacidad para concentrarse
- pérdida o aumento considerable de peso
- cambios considerables en los patrones de sueño (incapacidad para dormirse, permanecer despierto o levantarse por la mañana)
- sentimientos de culpa o de inutilidad
- achaques (aunque físicamente todo esté bien)
- pesimismo e indiferencia (no darle importancia a nada ni en el presente ni a futuro)
- pensamientos de muerte o suicidio
A veces, las personas atraviesan ataques en los que estos síntomas son realmente intensos; otras veces, estos mismos sentimientos pueden estar presentes a una menor escala todo el tiempo durante años.
Algunas personas sólo tienen un episodio depresivo, o pueden llegar a tener más de uno después de haberse sentido mejor por un tiempo. Cuando una persona tuvo más de un ataque de depresión severa, un médico le diagnosticará un trastorno depresivo mayor.
Los adolescentes que están deprimidos también pueden manifestar otras señales de advertencia o síntomas. Pueden aumentar sus problemas escolares debido a inasistencias, falta de interés o motivación, o concentración deficiente y baja energía mental a causa de la depresión.
Algunos adolescentes directamente abandonan la escuela, ya que suponen que van a fracasar a causa de sus problemas.
Fuente:
http://america.infobae.com/
http://www.portalplanetasedna.com.ar/
http://kidshealth.org/
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