Ansiedad infantil

Ansiedad en niños

La ansiedad infantil

¿Es normal que mi hijo en edad preescolar sufra ansiedad?

La ansiedad es una parte normal del desarrollo del comportamiento y las emociones de un niño. Es posible que a tu hijo le preocupe comenzar el jardín de infancia, que tenga miedo de la oscuridad o tema ir en bicicleta. Es una fase en que la imaginación se dispara, así que posiblemente también tema cosas disparatadas como piratas, extraterrestres o incluso muñecos que representan a Santa Claus.

También le pueden preocupar cosas más cotidianas como que te olvides de recogerlo de la escuela, que el perro del vecino le muerda o que otros niños se rían de él. 
Y como ahora es muy consciente de su entorno, puede ser más sensible cuando escuche a mamá y papá discutir, comentar una factura que no se ha pagado o hablar de un familiar que está enfermo. Algunos niños son más ansiosos por naturaleza que otros y, con el tiempo, la mayoría de los niños superan ese tipo de ansiedades.

¿Los niños en edad preescolar tienen determinados tipo de ansiedad?

Sí, éstos son algunos de los más comunes:

Miedo a la separación
Aunque el miedo a separarse de mamá y papá se agudiza alrededor de los 18 meses de edad, puede reaparecer en momentos determinados. Estos episodios suelen estar provocados por cambios como asistir a una nueva escuela, cambiar de niñera o pasar la noche en casa de un amiguito. La lucha de tu hijo por entender y aceptar la separación da lugar a estos momentos de duda, pero el miedo a la separación también tiene su parte positiva: demuestra que tu hijo está muy apegado a ti.

Temores comunes
Monstruos debajo de la cama. El perro del vecino. La piscina infantil en el parque. Las fobias de un niño de 3 ó 4 años son variadas y abundantes. Son producto del desarrollo de la imaginación del niño y su capacidad para predecir.
Estos temores pueden surgir de un incidente real como un encuentro con un perro o por presenciar un accidente de automóvil. Sin embargo, es probable que tu hijo tema algo de lo que acaba de oír hablar, como terremotos, cucarachas gigantes o dinosaurios.
Sus temores nacen de dos maneras: de una imaginación activa y de la falta de experiencia, que puede hacer parecer amenazantes las cosas más mundanas. A esta edad, Los niños de esta edad se sugestionan muy fácilmente y pueden llegar a tener miedo de sus amigos, hermanos, personas que ven en programas de televisión e incluso de ti.

Ansiedad social
La timidez es extremadamente común entre los niños de 3 y 4 años. Algunos interactúan fácilmente con otros niños, pero se ponen nerviosos en compañía de adultos extraños; otros se sienten seguros entre adultos pero incómodos con niños de su edad, y algunos niños se sienten simplemente ansiosos ante cualquier situación nueva. Afortunadamente, la mayoría supera la timidez con el paso del tiempo.

Evitar la escuela
Cuando es el momento de ir a la escuela, algunos niños se ponen nerviosos. Aunque un día les guste el preescolar, al día siguiente pueden querer quedarse en casa e incluso quejarse de un dolor de estómago para evitar ir a la escuela.
Esto puede ser el resultado del temor a la separación, o puede ser por algo que ocurrió en la escuela, como que alguien se burlara de él, una pelea con un amigo o algo que alguien le dijo y lo asustó.

¿Qué puedo hacer?
Cuando tu hijo tenga ansiedad o se muestre temeroso, dale un abrazo y ofrécele consuelo, pero no te detengas ahí. Ayudar a tu hijo a superar sus miedos requiere mucha creatividad por tu parte. Estas sugerencias pueden ayudarte:

Reconoce el temor
Algunas de las preocupaciones de tu hijo son completamente normales y negarlas sería poco realista. Si teme perderte en una tienda, por ejemplo, dile que esa idea te asusta tanto como le asusta a él; dile que por eso lo vigilas tan de cerca y que por eso siempre debe tenerte a la vista. Recuérdale que cuando lo dejas con la niñera siempre vuelves a recogerlo.

Habla de ello
Hablar de un temor puede hacer que parezca menos abrumador. Posiblemente tu hijo se ría cuando te cuente su más reciente pesadilla acerca de un gigante de una sola pierna y nariz anaranjada. Escuchar a tu hijo también puede darte los detalles que necesitas para eliminar un temor determinado.
Es posible que descubras que su temor al agua es realmente temor a un calamar gigante que, como le puedes explicar, no vive en la piscina.

Dale un respiro
Algunos padres creen que deben desanimar a sus hijos a que se “apeguen” a ellos, y no se dan cuenta de que a esta edad es muy importante reforzar la confianza y la autoestima de un niño. Procura no decirle que “deje de decir tonterías” o que sea “un niño grande”.
Forzar a tu hijo a acariciar a un perro que es el doble de su tamaño o que duerma sin luz en la habitación no eliminará su temor. A esta edad, es mejor que conquiste sus temores a su propio paso.

Dale confianza
Imagina que tu hijo teme al perro del vecino y no se quiere ni acercar a la verja que separa ambos jardines. Calma sus temores convirtiendo el problema en un juego. Dile que vas a jugar a una nueva versión del “corre que te pillo” y que tú serás la “base”.
Pídele que de algunos pasos hacia la valla y que luego vuelva corriendo a la “base”, donde puedes abrazarlo. Hazlo varias veces, añadiendo un paso o dos si él lo acepta. Puedes trabajar con él para ir aumentando esta distancia.

Echa a los demonios nocturnos
Cuando las luces se apagan, surgen todo tipo de temores. Tu hijo puede preocuparse de que haya monstruos en el armario o cosas malas debajo de la cama. Para aliviar su ansiedad, haz que su cama resulte de lo más atractiva. 
Si tu hijo teme que haya monstruos en el armario, puedes decir: “He mirado y no hay monstruos. Pero puedes tener esta linterna aquí para asustar a los monstruos de mentira”. Una luz de noche es un eficaz espantamonstruos y puede ayudarlo a sentirse bien si se despierta de noche.

Otro buen método que aconsejan otros padres: establece una rutina por la noche y no te desvíes de ella, y asegúrate que dejas tiempo suficiente para que pueda bañarse, escuchar un cuento y relajarse antes de apagar la luz.

Evita discusiones y batallas antes de la hora de dormir, para que pueda ir a la cama sintiéndose calmado.

Prepáralo situaciones nuevas
Si tu hijo tiende a ponerse nervioso en grandes grupos de gente o situaciones nuevas, se sentirá mejor si le dices lo que cabe esperar. Explícale que conocerá a personas nuevas y que va a un lugar nuevo. Sé positiva y, si parece ansioso, pídele que te cuente sus temores, para poder calmarlo.
Deja que lleve uno de sus juguetes o peluches favoritos para que le dé seguridad. Cuando llegues, dale tiempo para que se adapte, incluso si eso significa pasar media hora sentado en tu regazo.

¿Cuándo debo buscar ayuda profesional?
Aunque los temores de tu hijo te puedan parecer extremos, lo más probable es que sean normales para su fase de desarrollo.
Pero habla con el médico si las ansiedades interfieren con actividades familiares, le impiden hacer nuevas amistades, se convierten en una excusa para quedarse en la casa y no ir al jardín de infancia, interrumpen su sueño o desembocan en un comportamiento compulsivo. Si es necesario, tu médico puede referirte a un consejero familiar o psiquiatra infantil.

Cómo manejar la ansiedad infantil

Los niños de hoy tienen tantos motivos para estresarse. Presiones de la escuela, expectativas altas sobre su actuación deportiva, problemas de salud, familias en crisis y las noticias espeluznantes: no es sorpresa que tantos chicos padezcan ansiedad.

No es nada grato pasar una infancia llena de preocupaciones. ¿Cómo puedes bajar el estrés para tu hija?

Reconoce los síntomas de la ansiedad.
La preocupación excesiva puede afectar la salud de tu hija. Detecta su nivel de estrés fijándote en lo siguiente:
  • ¿Se queja muy seguido de dolor de estómago o de cabeza?
  • ¿Le cuesta trabajo dormir?
  • ¿Tiene cambios repentinos de ánimo, mostrándose irritable o nerviosa?
  • ¿Le cuesta trabajo separarse de ti?
  • ¿Tiene algún hábito nervioso, como morderse las uñas?
  • ¿Te dice que no quiere ir a la escuela o participar en sus actividades normales?
Trata de localizar el origen. Examina la vida familiar y escolar, buscando los siguientes detonadores:
  • Cambios en la familia. En casa ¿hay cambios significativos? Un divorcio, una muerte o una mudanza son eventos impactantes en la vida familiar que pueden moverle el tapete a tu hija y causarle mucha ansiedad.
    La zozobra de no saber que va a pasar es muy estresante para los niños. Si hay algún cambio grande, reconócelo y recuerda que tu hija necesita un cuidado especial para sentirse segura que tú la sigas queriendo y protegiendo.
    En casa, habla abiertamente del cambio y cómo te hace sentir, y trata de convivir con tu hija de una forma muy cercana mientras que todos adapten a la nueva situación.
  • Un horario sobrecargado. Andar a las carreras es un mal moderno que aqueja a toda la sociedad. Sin embargo, llenar el día de tu hija de puras actividades planeadas puede ser agobiante para ella. 

    • Si no tiene tiempo para hacer la tarea por la clase de ballet, el entrenamiento de futbol y la terapia, debes quitar algo para que ella pueda descansar un ratito de las carreras.
      Para crecer sanamente los niños necesitan un tiempo libre para pensar, soñar y aburrirse.
      Aunque tú seas una persona sumamente ocupada, deja que tu hija disfrute su infancia con calma.
    • Expectativas demasiado altas. Los niños que son excelentes alumnos, destacados atletas o artistas dotados tienden a ser perfeccionistas despiadados. Ellos mismos no se permiten bajar una milésima de sus propios estándares.
      Como nadie es perfecto, viven en constante peligro de equivocarse. El riesgo del fracaso les acecha y causa mucha ansiedad.
      Ojo: muchas veces este patrón intolerante se refuerza con las actitudes en casa. Ten cuidado de que tu hija sepa que tu amor por ella es incondicional y no depende del éxito de sus actos.
    • Presiones escolares. La escuela puede ser un ambiente bastante intimidante para alguien que no entiende todo a la primera. Si tu hija está teniendo dificultades académicas, habla con su maestro para implementar un plan para ayudarla.
      Si empieza a tener éxito con apoyo, crecerá su seguridad personal y dejará de preocuparse por el fracaso.
      Si el problema es social, apóyala para que aprenda a expresar sus miedos y sus emociones. Ayúdale a ensayar cómo exigir respeto, o cómo pedir ayuda de las autoridades en el caso de bullying. Intervén si es necesario para sacarla de su papel de víctima y lograr que se libere de la intimidación.
    • Información impactante. Vivimos en un mundo donde los medios informativos no respetan al público. El acceso permanente a material inapropiado y violento es una realidad cotidiano para los niños.
      Sin embargo, ellos tienen poca tolerancia para las historias sangrientas y espeluznantes, ya que todo se vuelve personal. Las tragedias ajenas y las películas horripilantes les causan ansiedad extrema, porque pueden imaginar que todo eso es real, y podría pasarles a ellos o a su familia.
      Por lo tanto, es importante controlar esta fuente de ansiedad gratuita. El mundo real y personal es bastante estresante sin que tu hija se tenga que preocupar por cosas ajenas que no tienen nada que ver con ella.
      Limita este proveedor de estrés apagando la televisión a tiempo, y hablando con ella sobre las cosas que sí puede controlar dentro de su propio ambiente.
  • Promueve un ambiente sano desde la casa. Tú puedes hacer mucho para ayudar a tu hija a manejar el estrés. Para mantener “mente sano en cuerpo sano”, haz lo siguiente:
    • Mantenla ocupada en actividades físicas. La participación en algún deporte de equipo le dará la oportunidad de convivir y ejercitarse en un ambiente donde no todo depende de ella.
      Las actividades al aire libre pueden ayudarle a sacar su ansiedad y olvidar sus preocupaciones.
    • Vigila su alimentación. Comer sano la hará sentirse bien. Con una alimentación balanceada tendrá la energía para enfrentar retos en su vida.
    • Asegura sus horas de descanso. Dormir bien es relajante, y alivia una mente preocupada. Si tu hija no está durmiendo suficiente, su estrés aumentará y no tendrá los recursos para manejar sus miedos.
    • Sigan una rutina familiar. Las rutinas dan seguridad a los niños porque saben qué esperar. Ayuda a tu hija a sentirse cómoda dándole la oportunidad de predecir y controlar aspectos de su propio ambiente.
    • Busca ayuda profesional. Si tu hija no logra dormir y sigue muy estresada a pesar de todos tus esfuerzos, acude al pediatra o a un psicólogo para que le den un apoyo especial. Es muy importante atender a un niño demasiado estresado, porque sufre mucho.
    • Pon el ejemplo. “Sigue con calma y continúa”, como recomienda el dicho británico. Tú eres el adulto, y es muy importante que tu hija te vea tranquila para que ella se sienta protegida.
      No transmites tu propia ansiedad a ella, porque eso le inspirará un enorme malestar. “Si mi mamá tiene miedo, entonces estoy perdida”, pensará.
      En vez de transmitir preocupación e inseguridad, sé un pilar donde ella pueda descansar y sentirse tranquila.
Ansiedad en la infancia y adolescencia
Los niños y adolescentes con trastornos de ansiedad suelen experimentar un miedo intenso, preocupación o inquietud que puede durar largos períodos de tiempo y afectar significativamente sus vidas. Si no se trata con prontitud, los trastornos de ansiedad pueden derivar en:
  • Repetidas ausencias a clase o una incapacidad para terminar el período de escolaridad.
  • Deterioro en las relaciones con iguales.
  • Baja autoestima.
  • Abuso de alcohol u otro tipo de drogas.
  • Problemas de ajuste en situaciones laborales.
  • Trastornos de ansiedad en edad adulta.
1 ¿Cuáles son los tipos y características de los trastornos de ansiedad?
Existe una variedad de trastornos de ansiedad que pueden afectar a niños y adolescentes. A continuación, se describen la mayoría de ellos, así como sus características:

Trastorno de ansiedad generalizada: Los niños y adolescentes con este trastorno se preocupan en extremo por sus actividades, ya sea por su rendimiento académico, deportivo o incluso por ser puntual. Esta clase de personas suelen ser muy responsables, se sienten tensos y necesitan mucha seguridad. Pueden quejarse de dolores de estómago u otras afecciones que no parecen tener una causa física.

Trastorno de ansiedad por separación: Los niños con este trastorno suelen tener dificultad en dejar a sus padres para ir a la escuela o campamento de verano, quedarse en casa de un amigo o estar solo. A menudo, se “aferran” a sus padres y tienen problemas para quedarse dormidos. El trastorno de ansiedad por separación puede ir acompañado de depresión, tristeza o miedo a que algún miembro de la familia se vaya o muera. Aproximadamente uno de cada 25 niños experimenta trastorno de ansiedad por separación.

Fobias: Los niños y adolescentes con fobias tienen excesivos miedos no reales de ciertas situaciones u objetos. Muchas fobias tienen nombres específicos, y el trastorno puede centrarse en animales, tormentas, agua, lugares altos o situaciones específicas como encontrarse encerrado en un lugar reducido. Los niños y adolescentes sienten verdadero pavor a ser criticados o juzgados duramente por los demás. Intentarán evitar los objetos y situaciones temidas, por lo que el trastorno puede limitar gravemente sus vidas.

Trastorno de pánico: Los “ataques de pánico” repetitivos en niños y adolescentes sin una causa aparente son signos de un desorden de pánico. Los ataques de pánico son períodos de intenso miedo acompañados por fuertes latidos del corazón, sudoración, mareo, nauseas o sentimiento de muerte inminente. La experiencia es tan terrible que viven con el miedo de que puedan sufrir otro ataque. Los niños y adolescentes con el trastorno suelen hacer cualquier cosa para evitar la situación que provoque otro ataque. Es posible incluso que no quieran ir a la escuela o separarse de sus padres.

Trastorno obsesivo-compulsivo: Los niños y adolescentes con trastorno obsesivo-compulsivo, se ven atrapados en un patrón de pensamientos y comportamientos repetitivos. Aunque puedan reconocer que éstos parecen sin sentido y traumatizantes, son muy difíciles de parar. El comportamiento compulsivo puede incluir lavarse repetidamente las manos, contar o poner en orden objetos una y otra vez. 2 de cada 100 adolescentes experimentan trastornos obsesivos.

Trastorno de estrés post-traumático: Los niños y adolescentes pueden desarrollar un estrés post-traumático después de haber experimentado un acontecimiento sumamente estresante, como experiencias de abusos físicos o sexuales, ser testigo de un hecho violento, la vivencia de un desastre como un bombardeo o un huracán. Los jóvenes con dicho trastorno suelen experimentar el acontecimiento una y otra vez en forma de fuertes recuerdos, instantáneas, u otra clase de pensamientos perturbadores. Como resultado, pueden intentar evitar todo lo que se encuentra asociado con el trauma. También sobreactuar al sobresaltarse o tener dificultades del sueño.

2 ¿Son comunes los trastornos de ansiedad?
Los trastornos de ansiedad se encuentran entre los más comunes de los problemas mentales, emocionales y de comportamiento que se presentan en la niñez y la adolescencia. Aproximadamente, 13 de cada 100 niños y adolescentes de entre 9 y 17 años experimentan algún tipo de trastorno de ansiedad; Las niñas se ven más afectadas por el problema que los niños y cerca de la mitad de los niños y adolescentes con estos trastornos padecen un segundo trastorno de ansiedad u otro trastorno mental o de comportamiento, como la depresión. Además, los trastornos de ansiedad pueden coexistir con trastornos de salud físicos que necesitan tratamiento.


Fuentes utilizadas:
http://espanol.babycenter.com/ 

http://hijos.about.com/ 
http://www.actad.org/ 
http://www.todopapas.com/